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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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18-11-2013

 

 

 


 

 

El cielo por asalto

 

 

SURda

Opinión

Raúl Zibechi

 

 

Movimiento sindical y consejos de salarios

“Nos comemos la cancha.” La pancarta encabezaba el estrado colocado por el sindicato de la construcción frente a la sede de la patronal, el pasado 24 de octubre, presionando para concluir las negociaciones en los consejos de salarios. La marcha fue impresionante por la masividad y la disciplina: dos hileras de motos despejaban el tránsito en 18 de Julio, seguidas por una enorme bandera uruguaya y una pancarta en la que se leía “En estos consejos de salarios nos comemos la cancha”. Detrás, una larga bandera roja con el emblema del sunca sostenida por cientos de obreros enfundados en camisetas rojas.

Fue una de las jornadas más fuertes protagonizadas por el movimiento sindical en mucho tiempo, quizá en décadas. El martes 5 la misma pancarta fue colocada frente al Parlamento en la plaza Mártires de Chicago. El miércoles, mientras se discutía en el Parlamento el proyecto de ley de responsabilidad penal del empleador, el sindicato instaló una pantalla gigante en las afueras del Palacio Legislativo donde los afiliados al sunca siguieron el debate. En cada una de las capitales del Interior y donde se desarrollan obras de importancia también se instalaron pantallas y se siguieron los debates con concentraciones.

NUEVO CLIMA. Otros sindicatos mantienen actitudes muy similares. Los trabajadores de supermercados, que hasta hace pocos años no podían sindicalizarse, hicieron paros, bloquearon el ingreso a los clientes y ocuparon los lugares de trabajo. Empleados de tiendas realizaron en las últimas semanas manifestaciones mostrando que la sindicalización entró de lleno en un sector que nunca había tenido condiciones para organizarse. El caso de los trabajadores rurales es similar.

Existe, además del aumento de la afiliación, una nueva actitud de no rehuir el enfrentamiento con las patronales. Así como los trabajadores de la construcción hicieron un acto frente a la cámara patronal, el pit-cnt durante el cuarto paro del año –el 29 de octubre– se manifestó frente a la Asociación Rural del Uruguay en protesta por no haber permitido el ingreso de los sindicalistas del sector durante la Rural del Prado. Lo sucedido ese día, sumado a la enorme marcha de la construcción, es un buen reflejo de un cambio de clima y de discurso.

La oratoria estuvo a cargo del coordinador del pit-cnt, Marcelo Abdala. Su discurso resume el sentimiento de autoestima: “Los defensores de la sacrosanta propiedad privada, los representantes del gran capital cada vez más centralizado, cada vez más trasnacional y por lo tanto cada vez más antinacional, no solamente antiobrero, se han juntado en santa cruzada. Estos señores de la Asociación Rural, dueños del país, generadores de hegemonía de las clases dominantes, redactores del Código Rural cuando Latorre, defensores de cuanta dictadura hubo en este país, se juntan con los pitucos de la Cámara de Comercio, en la búsqueda de una utopía reaccionaria contra los trabajadores y el pueblo”.

Por su parte, Fernando Pereira amenazó a la Asociación Rural por haberle negado el ingreso a dirigentes sindicales en la Rural del Prado: “Que sepan que si el año que viene sucede algo, iremos todos. Y, créanlo, que además vamos a entrar”. También advirtió que si se mantiene el conflicto en Katoen Natie los sindicalistas están dispuestos a ocupar el puerto de Montevideo. La empresa que administra la Terminal Especializada de Contenedores del Puerto de Montevideo junto a la anp, denunció el convenio salarial que había alcanzado con el sindicato, lo que supone la pérdida de todos los beneficios para los trabajadores y el inicio de la negociación desde cero.

En ese clima, el 28 de octubre el ministro Fernando Lorenzo dijo a los dirigentes sindicales que si los aumentos pactados superan los lineamientos fijados antes del comienzo de la ronda de negociaciones (topeados en el 3 por ciento), no pondría objeciones.

EMPODERAMIENTO. Es el concepto que acuñaron en el Norte para dar cuenta de la fuerza adquirida por un sujeto colectivo. En criollo, sería como decir que los trabajadores tomaron nota de su capacidad de exigir, en un largo período de crecimiento económico con baja desocupación y un marco legal y político favorable.

Una combinación que para Milton Castellanos, director del Instituto Cuesta-Duarte, “está permitiendo el acceso a la vida sindical de nuevos sectores. Un buen ejemplo es el sector de comercio y servicios, agrupado en fuecys, que pasó de dos o tres mil afiliados a 28 mil. Algo similar sucede con los trabajadores de la forestación, alimentación, celulosa, panificadores industriales y peones rurales”.

El conjunto de los sindicatos superó los 350 mil afiliados, que además “tienen fuero sindical, las cuotas se las descuentan por planilla, tienen negociación colectiva y licencia sindical. Todo esto permitió que exista, por ejemplo, un sindicato de policías con diez mil afiliados”, señala Castellanos.

Como apuntan la mayor parte de los dirigentes, la cuestión del salario es apenas la parte más visible, o más visibilizada por los medios. Hay especial atención a los salarios de menos de 14 mil pesos y aspiraban a que en los supermercados el salario mínimo fuera fijado en 15 mil (terminó siendo de 11.552). El sunca reclamó y logró comida en la obra, vestimenta de trabajo y formación en seguridad a cargo de la patronal.

El objetivo es “disputar el excedente”, dice Castellanos. Que es exactamente a lo que apuntaba Abdala frente a la sede la aru. “A diferencia de lo que sucedió durante décadas de crisis, retroceso o estancamiento económico, ya no estamos a la defensiva sino en una situación de expansión que nos permite luchar por apropiarnos de lo que nos pertenece”, concluye el director del Cuesta-Duarte.

En efecto, la actual relación de fuerzas en la sociedad facilita la organización de camadas enteras de trabajadores y que buena parte de sus demandas sean canalizadas en forma positiva. Pero esta nueva realidad que viven los sindicatos no debería simplificarse atribuyéndola a supuestos radicalismos ideológicos. Es más simple. En la construcción y en el comercio, dos ramas especialmente conflictivas, la presencia juvenil es abrumadora, siendo la mitad de los trabajadores menores de 30 años. La masiva presencia de jóvenes está en la base de este empoderamiento, como señala el secretario general del sunca, Óscar Andrade (véase entrevista).

Sería necesario, no obstante el justificado optimismo reinante, echar un vistazo al pasado reciente, y al más lejano, para tomar recaudos. Apenas una década atrás, el movimiento sindical era una pálida sombra de lo que es hoy, tanto en la cantidad de movilizados como, sobre todo, en el tono y el contenido de sus demandas. Todos sabemos que la economía funciona de manera cíclica, con períodos de alza y otros de baja. Al parecer, luego de una década de expansión estamos en una meseta que en unos años habrá llegado a su fin. Pero el desafío puede expresarse también como fuerte inversión en nuevas tecnologías, fórmula con la cual los empresarios suelen reducir tanto los costos de la mano de obra en el precio final del producto, y eludir la masiva y siempre problemática presencia de trabajadores en el lugar de trabajo.

Lo segundo es más complejo y profundo. En 1961 el empresario Víctor Julio Mailhos fue entrevistado por Eduardo Galeano para el semanario Marcha a raíz del conflicto de los trabajadores tabacaleros. “En la fábrica el clima se había puesto muy espeso. Teníamos que fijar un límite que separara los derechos obreros de los nuestros”, razonó Mailhos. Y agregó: “Es la lucha de un sistema de vida contra otro. Eso es lo que está en juego” (Marcha, 14 de julio de 1961).

Con los años supimos qué entendían las personas como Mailhos por “límite” y “lucha”. En ningún lado está escrito que el pasado no pueda repetirse, aunque sea apenas como farsa.

Fuente: Brecha

Foto: Federico Gutiérrez



 
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